Su porosidad y tendencia a retener la humedad lo convierte en un material perfecto para que se asienten todo tipo de bacteriasHay objetos que podemos encontrar en las cocinas de todos los hogares españoles. Entre los más comunes están los utensilios de madera, que le dan un toque rústico a esta parte de la casa que a veces tiene un interiorismo muy aséptico. No obstante, ¿debe la estética o la tradición anteponerse a la seguridad alimentaria?

La química y divulgadora científica Deborah García tiene claro que no.“Deberíamos desterrar de nuestras cocinas todos los materiales porosos”, explica a Comer. El debate comenzaba hace tan solo tres días en el muro de Twitter de García, donde iniciaba un hilo con tono irónico para señalar los riesgos de usar madera en la cocina, un tema más bien desconocido para el ciudadano de pie.

“A quienes tenéis espátulas y cucharas de madera en vuestra cocina, os animo a reciclarlas o a darles un nuevo uso. Como accesorio para el pelo ya véis que quedan fenomenal. Pero para cocinar, mejor que no”, decía la especialista en el tuit. ¿Y por qué tanto barullo por usar madera en la cocina? Deborah García nos lo cuenta. “En todos estos utensilios se puede crear biofilm, unas colonias de bacterias organizadas por jerarquías que son muy difíciles de eliminar y que tienen riesgo para la salud. Podemos llegar a contraer salmonelosis, listeriosis e incluso botulismo”, explica.

Gemma del Caño, farmacéutica experta en salud alimentaria, nos explica que la madera es un material que retiene muy bien la humedad y por eso es tan sencillo que se cree el biofilm.“Esta humedad es la que favorece el crecimiento microbiológico”, explica del Caño. Además, añade que no solo aparece en la madera, también lo hace en las bayetas y los estropajos. “Tiene una textura gelatinosa, brillante y pegajosa. Es más común de lo que pensamos”, explica.
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Cuando preguntamos a las dos expertas sobre cómo podemos eliminar estas estructuras bacterianas coinciden en la solución: una vez creado el biofilm, lo mejor es deshacernos del utensilio en cuestión. “Destruir el núcleo del biofilm es muy complicado. Estas bacterias se organizan por jerarquías que facilitan su supervivencia: en la superficie se asientan las que necesitan oxígeno para vivir y, a la vez, protegen y cubren a las que no lo toleran”, explica Deborah García. “Es prácticamente imposible destruirlas”.

Tampoco sirve de nada lavar los utensilios en vinagre o lejía, ni si quiera ponerlos en el lavavajillas. “Ponerlos en el lavaplatos es aún peor. Además, lo normal es que los dejemos ahí más tiempo, con la puerta abierta, mucha humedad y calor. Es un caldo de cultivo estupendo para las bacterias”, nos cuenta García. Gemma del Caño explica que esta es una de las razones por las cuales no se usan herramientas de madera en la industria. “Es un material que puede astillarse y que además facilita la contaminación cruzada. Los restaurantes no se la juegan”, afirma.
Las bacterias se organizan por jerarquías que facilitan su supervivencia: en la superficie se asientan las que necesitan oxígeno para vivir y, a la vez, protegen y cubren a las que no lo toleran

Deborah García va aún más allá y defiende que ni si quiera deberíamos usar tenedores con mangos de madera. “Es mejor optar por la cubertería de metal de una sola pieza. Es más funcional”, insiste. Tampoco recomienda emplear más de una vez los palillos de madera y aún es más dura respecto a la nueva moda de comprar cepillos de dientes hechos de este material. “ Me parece un horror. Los de bambú resisten un poco mejor, pero ni aún así”, explica.

¿Deberíamos descartar entonces todos los utensilios de madera que tengamos por nuestra cocina? Gemma del Caño no es tan crítica. “Es algo menos insalubre de lo que pensamos, pero hay que hacer más estudios”, apunta. La experta añade que en el caso de que la usemos, siempre podemos optar por maderas más resistentes, como el bambú.
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Hay documentos que señalan que la madera siempre se ha usado como material de embalaje sin suponer un peligro para la salud. De hecho, el uso de barriles de madera se ha mantenido en el sector del vino y los destilados, el vinagre y el aceite de oliva. Sin embargo, del Caño asegura que en la cocina de su casa no opta por este material. “Solo lo tengo para decorar”, afirma.

“Para la cocina mejor escoger silicona o metal, porque resisten muy bien las altas temperaturas. Pero debemos vigilar con lo que compramos: algunos plásticos no son termoestables y podrían derretirse con el calor”, concluye García. Y si no queremos tirar la cuchara de madera que lleva generaciones en nuestra familia, quizás lo mejor sea colgarla como adorno. Por aquello de que más vale prevenir que curar.